miércoles, 16 de abril de 2008

Hay ahora un pozo

Al lado de mi colchón hay ahora un pozo. La vieja duela cedió al paso de los años y en mi cuarto, junto a mi colchón, hay ahora un pozo. Es un sombrío rectángulo de bases cortas y lados muy largos, no creo que esté muy hondo, quizás unos treinta centímetros. Pero abajo está muy oscuro, a lo mejor hasta son más de treinta metros, a lo mejor ni siquiera tiene fondo, incluso podría ser una escotilla sideral capaz de teletransportar objetos o cuerpos hacia otra dimensión.
He intentado ignorarlo, olvidar que está, que es, mas su negrura se impone en mi conciencia, me recuerda a cada instante: Al lado de mi colchón hay ahora un pozo. Negro. Silba un silencio milenario que envuelve mi pequeño cuarto; pareciera que los ruidos externos, ajenos al pozo, no penetraran en él. Antes al contrario, más parece que un mudo luto ha empozado en el ambiente. Adentro huele a tiempo encerrado, a polvo inmortal eternamente estático, y ahora ese “antiaroma”, o “no-aroma”, sepulta mi pequeño cuarto. Los inciensos hindúes de Copilco parecen censurados por el imponente olor a quieto.
Puedo tratar de convivir con el pozo, en realidad no me estorba y hasta he intentado considerarlo como un adorno más en mi pequeño cuarto; la tortuga de barro, la litografía de Tamayo, las ranas, la ropa sucia, y ahora mi pozo. Eso de día.
De noche sobresale más allá de la luz nocturna, de noche sólo existe el pozo y todo el espacio que me rodea cede ante su negra presencia, como si absorbiera la otra oscuridad, la natural. Sólo queda el pozo y mi mente que trata inútil de ignorarlo y contar ovejas.
Por eso ahora le temo a la noche, imagino las más horribles criaturas aguardando ahí abajo, esperándome en el abismo sin forma. Escucho susurros escalofriantes de figuras demasiado complejas para mi limitado razonamiento demasiado humano.
He intentado solucionar mi fuliginoso insomnio de varias maneras, mas es inútil; el pozo esta ahí y aunque lo cubra con mantas, lo selle y lo ignore, el pozo seguirá allí. Sólo me queda una última alternativa. Descender. Adentrarme al vacío y hacerle frente a los recuerdos imaginados que aún no nacen. Sabré esperar paciente en caso de que la salida se difumine y quede atrapado junto a lo indecible. Sabré morir sin luz.

2 comentarios:

eme dijo...

pos saca agua del pozo y véndelo como elixir. en esta ciudad todo se vende y compra. tsss así nos podrías llevar en tus maletas allá a los españas.

ves? ya te diseñé un manera de lucrar wii!

saluditos don ribé. aer qué día se arma algo no?

un abrazooo

(dile a ale que no se le olvide mi encargo cuando ya anden por iberia)

Capitán JIM dijo...

me gustó este cuento.
mayoral.